Cuando tomamos la decisión de estudiar música, de estudiar un instrumento, generalmente no tenemos una idea clara de cómo y por dónde debemos comenzar.
Aprender algo nuevo, desde cero, probablemente nos puede atemorizar pues no conocemos este mundo de la música, pero sabemos que nos produce felicidad y deseamos aprender a tocar ese instrumento que nos llama tanto la atención.
Ahora bien, ¿cuál es la vía para iniciar este camino? ¿Hay algo en particular que debamos saber antes de dar el siguiente paso?
Hay muchas vías; tenemos innumerables tutoriales en youtube con los que podemos estudiar por nuestra cuenta, así como podemos hacerlo con uno o varios maestros. Todo inicio es muy importante pues irá marcando la diferencia si sentimos que avanzamos o, por el contrario, percibimos que no nos está funcionando.
Sin embargo, cada uno de estos caminos tiene sus ventajas y desventajas, y no todos cumplen con el objetivo final; sólo depende de la continuidad, coherencia y calidad de lo que estamos aprendiendo.
Si seguimos progresivamente un programa que nos lleve de la mano concepto por concepto, hilando uno con otro, evitando en lo posible dejar lagunas y espacios de tiempo entre ellos, asegurando cada paso, entonces tendremos muchas posibilidades de lograr nuestras metas.
Generalmente comenzamos por conocer la forma en la que representamos los sonidos, el orden en el que los ubicamos entre líneas y espacios y en el teclado, en nuestro caso.
Aprendemos a interpretar con esos sonidos infinidad de formas rítmicas y melódicas, a mantenerlos con un pulso constante y regular; identificamos sonidos naturales y alterados, aprendemos a combinarlos, a organizarlos en sucesiones lógicas desde los más graves hasta los más agudos… desde los más agudos hasta los más graves…Y aquí comienza el trabajo con nuestras manos.
Poco a poco vamos comprendiendo que tienen un mecanismo de articulación que hay que desarrollar, perfeccionar y acoplar entre ellas para dar forma coherente a lo que producimos en el teclado.
Comenzamos a leer partituras, a darle la oportunidad a nuestro cerebro, nuestro disco duro, para que comience a procesar una información que antes sólo escuchaba; ahora la lee y la reproduce a través de nuestras manos; es una forma muy avanzada de información que cuando se presenta no se debe desaprovechar.
Esta información producirá en el tiempo cambios medulares en nosotros, en nuestra psique, en nuestra alma, pues nos convertirá en buscadores; nos abrirá a un amplio espectro.
Nos hará sentir la necesidad de saber cada vez más y aceptar que no todo lo que parece ser definitivo lo es, porque todo se somete a cambios constantes, como los sonidos.
Sigamos viajando entonces…