Cuando estudiamos piano o cualquier otro instrumento, o pintamos o esculpimos, o trabajamos sobre una coreografía, o trazamos un imaginario que queremos materializar, eso que llamamos el arte final lo hacemos sobre la cubierta de madera de nuestro teclado, o en su defecto, sobre una mesa de madera…
Y aquí comienza la hora de la verdad para quienes nos hemos lanzado a este desconocido total e incierto... cuando cerramos la cubierta de nuestro teclado y comenzamos a tocar sobre ella, y si no tenemos esa cubierta pues nos sentamos frente a una mesa de madera, colocamos los dedos, con o sin la partitura, si es que vamos a comprobar nuestra memoria... y en ese momento saldrán a la luz todos los fantasmas que guardamos... o sabremos que la obra "es nuestra" y ya será un dragón menos para amaestrar.