Viena. 26 de marzo de 1827.
En medio de una gran tormenta de nieve, colapsado por toda suerte de trastornos, minado por dolores extremos, envenenado por una gran cantidad de plomo en su organismo,
habiendo sido dotado con oído absoluto... pero totalmente sordo... muere Ludwig von Beethoven, extenuado, preparando su décima sinfonía, y sabiendo que pasaba a la historia como uno de los grandes.
Cómo este hombre, transitando por una infancia tan desgraciada, con una salud comprometida desde el principio, con un sentimiento de soledad que lo acompaña a lo largo de sus 56 años, deseando la muerte por momentos, desesperado porque sabe que lo que más ama, la música, no la podrá escuchar en todo su esplendor... su propia música...