Durante nuestros años de formación académica, toda la enseñanza de la música estaba basada en las escuelas clásicas y totalmente conservadoras… hasta en el comportamiento, en el vestir…
No se concebía una propuesta que se saliera del canon ya establecido.
Los programas de todos los instrumentos, así como los de teoría e historia de la música, armonía, contrapunto y fuga, estaban programados tal y como se venía haciendo desde que se fundaron a finales del Siglo XIX, las primeras escuelas formales de música en Latinoamérica, en nuestro caso.
Con el correr del tiempo se hicieron ligeras modificaciones a algunos programas; se añadieron obras de autores contemporáneos que iban apareciendo, pero siempre se mantenía la fidelidad hacia lo que ya estaba firmado y sellado. Quiere decir que, en la mayoría de los casos, si se estudiaba música, sólo era música, además de la educación básica. Era complicado imaginar la Universidad u otro campo artístico acompañando “formalmente” a la música, como la danza, la escultura, la pintura…
El rigor de Saturno: el rigor del Siglo XIX y principios del XX. Un legado, sí, pero se venía arrastrando como una cadena, como un yunque que pesaba sobre los hombros y sin mirar a los lados…
Quizás la aparición de el Impresionismo en el XIX y el Expresionismo en el XX, nos condujo a comprender más abiertamente la conexión entre la música y el estudio paralelo de la danza y el ballet, entre la música y el de la creación poética y la literatura, entre la música y el de las ciencias jurídicas, por ejemplo (en mi caso), o con el estudio formal de la astrología; entre la música y el de las tradiciones religiosas, y por qué no? entre la música y el de las Ciencias Ocultas.
¿Parece descabellado aún en estos momentos? No lo es, todo está interconectado, y es la vía que nos permite ampliar nuestro espectro.
La música se hizo imprescindible para el cine, el teatro, la danza… y todo lo demás; así entonces, el mundo del sonido recíprocamente fue evolucionando hacia nuevas formas, y nutriéndose de todo aquello en donde era requerido, y por ende, poco a poco la enseñanza se fue aperturando.
Ahora bien, ¿en qué punto de este camino nos encontramos cada uno de nosotros? En relación a abrirnos y aceptar que todo está interconectado, y al aventurarnos a complementar nuestro oficio como artesanos del sonido con otros estudios?
En este punto es crucial traer a colación las biografías de Isadora Duncan, la Madre de la Danza Moderna (San Francisco, 1878 – Niza, 1927), de Martha Graham (Pittsburgh, 11 de mayo de 1894 – Nueva York, 1 de abril de 1991) y Pina Bausch (Philippina Bausch, conocida como Pina Bausch, Solingen-Alemania, 27 de julio de 1940-Wuppertal, 30 de junio de 2009).
Entre otros magos y artífices del movimiento como Nijinsky, Nureyev, Baryshnikov, Michael Jackson, estas grandes maestras y precursoras de la danza y el ballet también cambiaron el mundo como era conocido, cada una en su tiempo de vida.
Se empaparon de todas las corrientes pictóricas, poéticas, de toda la literatura y escritores, músicos y música de todos los periodos, e integraron su arte con el teatro (Pina Bausch), y la música que no se hizo para el movimiento corporal (Isadora Duncan hizo coreografías sobre obras de Chopin y Schumann).
Concibieron, desarrollaron y experimentaron sobre la técnica conocida y aceptada en ese entonces, añadiendo otros elementos ajenos a la danza, para profundizar y encontrar nuevas propuestas y alternativas coreográficas.
De la misma manera que lo hicieron muchos compositores que estudiamos a diario… Recordemos que JSBach estuvo en prisión pues parte de su obra en ese momento era considerada como inducida por el “adversario”, en tanto que él producía lo que hoy en día es nuestro mayor legado armónico, y no precisamente comulgaba con las estructuras que se seguían en ese entonces.
Como muestra nos deja el Clave Bien Temperado.
Hagámonos esta pregunta: ¿qué sucedería si experimentamos e integramos la música que hacemos en este momento, con una escultura, una novela, un ensayo, o la biografía de un personaje que admiremos mucho?
Hagamos un giro en este viaje…