La Música y El Piano son cómplices!
Nos hacen una invitación fantasmagórica para quedar atrapados en “esos” sonidos que aparecen de la nada, y nos incitan a escribir todo lo que escuchamos dentro de nuestras cabezas.
Por eso necesitamos saber leer y escribir Música. Necesitamos acceder al universo de las figuras de nota, a la rítmica, entre otros rudimentos.
A experimentar qué sentimos y qué escuchamos escribiendo en un papel de pentagrama, a borrar y a volver a escribir, y sentir que no nacimos para esto y sentir que no podemos vivir sin esto.
Sip. Es como escribir un diario…
Cuando nos sentamos en el piano frente al papel de pentagrama, tomamos el lápiz, el borrador, y allí empieza nuestra hora de lo desconocido… entramos en el limbo… the twilight zone?
No sabemos de dónde viene esa información, pero igual escribimos, tocamos, borramos, seguimos escribiendo, queremos salir huyendo pero no podemos; seguimos escribiendo y borrando miles de notas una y otra vez.
Estamos sufriendo? Escribimos. Componemos. Estamos felices? Escribimos. Componemos. Vimos una peli que nos dejó como si nada o esperanzados o desolados… entonces si aparece una melodía, aunque sea muy corta, hay que correr a escribirla y tocarla antes de que desaparezca en el limbo.
Nunca sabremos de dónde sale, pero hay que dejarla registrada en el papel de pentagrama. Nunca se sabe porque “no avisan”…es una llamada fantasmagórica.
Experimentamos infinitos eventos fuera de nosotros que dejan huellas en nuestro espacio interior, hasta grietas en el alma… muy útil para nuestro propósito en la escritura y en la composición en nuestro caso. Y ésta es la oportunidad que se nos presenta para nutrir el archivo, el disco duro, y ponerlo al servicio de nuestra creatividad e inventiva.
Por esto no podemos dejar escapar nuestras imágenes, nuestras sensaciones, experiencias, porque son las herramientas que nos ofrece esta vida para poderlas expresar a través de los sonidos, de la palabra, el color, la danza y tantas otras maravillas que nos han colocado sobre la “mesa”. Señoras y señores… la mesa siempre está servida!
Una vez que aprendemos a escribir en pentagrama, y una vez que abrimos las puertas de la Teoría y la armonía, con todos sus símbolos, con todos sus caracteres, llevamos un paso agigantado en nuestro camino para componer lo que aparece de pronto; lo que escuchamos en nuestra mente.
No lo podemos dejar escapar, pero tampoco hay que buscarlo con desesperación. Eso viene solito.
Tan sólo hagamos la prueba de tocar una nota y dejarla resonar hasta que no la escuchemos más… allí despiertan y se confabulan estos dos: la Música y el Piano, y nos abren las puertas del twilight zone!
Estudiemos primero para adquirir las herramientas.
Lancémonos. Nada perdemos.
En este twilight zone somos libres; sólo nos esperan los sonidos.
Y sigamos este viaje!