Viena. 26 de marzo de 1827.
En medio de una gran tormenta de nieve, colapsado por toda suerte de trastornos, minado por dolores extremos, envenenado por una gran cantidad de plomo en su organismo (para aplacar sus terribles dolencias, se bebía a diario dos botellas de vino blanco barato, en cuya fabricación acostumbraban añadirle plomo como conservante, además de que uno de sus médicos le practicaba varias pulsiones para drenar su hígado, para evitar infecciones, lo que también contenía dosis de plomo), habiendo sido dotado con oído absoluto… pero totalmente sordo… muere Ludwig von Beethoven, extenuado, preparando su décima sinfonía, y sabiendo que pasaba a la historia como uno de los grandes:
…cuando caminaba con su amigo Göethe, lo tachaba de adulador y diplomático hacia la aristocracia de la época, diciéndole: “ No os quepa duda: estos señores podrán disponer de grandes riquezas y dar a Austria otro emperador igual a ellos; pero jamás serán padres de un nuevo Göethe y de otro Beethoven.”
Ludwig Von Beethoven – Entendiendo a Beethoven , Francisco Javier Tapia García. Reial Acadèmia Europea de Doctors, 85
Outsider y extraordinario, este personaje fue partícipe de la transición entre el Clasicismo y el Romanticismo, y nos deja un gran legado: nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, treinta y dos sonatas para piano, cinco conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, dieciséis cuartetos de cuerda, una gran fuga para cuarteto de cuerdas, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares, bagatelas para piano.
Su vida comienza transitando por una infancia muy desgraciada, con una salud comprometida desde el principio, con un sentimiento de soledad que lo acompaña a lo largo de sus 56 años, deseando la muerte por momentos, desesperado porque sabe que lo que más ama, la música, no la podrá escuchar en todo su esplendor… su propia música…
A pesar de todas estas adversidades logra crear obras monumentales que marcan un hito en la historia del mundo, y a pesar de todos sus terrores mantiene una profunda devoción hacia el creador.
Implorándole a sus amigos no divulgar su sordera, hasta que finalmente se retira con el dolor infinito de darse cuenta de que no puede dirigir ni tocar. Se cree que su último concierto en público tuvo lugar con el estreno del trío Opus 97, acompañándolo el violinista Shuppanzigh, y el violonchelista Linke, el 11 de abril de 1814.
Los historiadores y biógrafos de Beethoven han clasificado su vida y obra en tres partes; pero en todas, su tragedia personal se mantiene unas veces más acentuadas que otras, sostenido por su amor a la música, a la vida, a la naturaleza, a la raza humana, a la creación.
Claro que sí! Beethoven es uno de los mejores ejemplos en la historia de la música y en la historia de la tierra! Con una capacidad inmejorable para resurgir permanentemente entre sus cenizas, sus tormentos y sus dolores, y a pesar de todo, seguir creando a través de las condiciones tan cambiantes de la sociedad de su época.
En estos momentos de nuestra historia, consideremos la huella que Beethoven nos deja de su gran pasión por la vida y por todo lo que lo rodeaba, a pesar de sus dolores y tormentos, y es por esto que no podemos permitir que la desolación nos ahogue; por el contrario, montémonos sobre esta ola y digamos sí a la mutación, a nuestra capacidad para crear y reinventarnos.
Beethoven será siempre nuestro mejor ejemplo.
Sigamos este viaje de aprendizajes…