Frase memorable. Conocida por ser una de las más usadas por grandes personajes como el primer emperador romano Cayo Julio César Augusto, Carlos III, Fernando VII, Napoleón Bonaparte… y muy apropiada en nuestro caso, como hacedores de sonidos.
Ante eventos que requerían rapidez para vestir al monarca, al gobernante, los ayudantes de estas personalidades perdían la calma y no atinaban a preparar a punto su labor, y era entonces cuando escuchaban: “apresúrate lentamente”…”vísteme despacio que tengo prisa”…”caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo bien hecho”…
Tomamos esta referencia bien sabida y curiosa de la historia, porque aplica perfectamente a quienes decidimos aventurarnos en este viaje de la música, que requiere tiempo, estudio, búsqueda, investigación, adquisición de las destrezas necesarias para abordar repertorios extensos y de diversos grados de dificultad, por lo cual no podemos ver este oficio como de rápida meta… lamentablemente.
Una decisión no meditada sobre una obra, cuando no se tiene la técnica apropiada para trabajarla, podrá ser motivo de lamentaciones y más lamentaciones; asimismo, cuando queremos terminarla en tiempo récord y no tenemos el “know how” suficiente para hacerlo, o cuando nos dicen que aprender es muy rápido y no cuesta mucho esfuerzo… bueno…
La esencia de esto radica en que, a medida que vamos avanzando y logrando metas (cortas pero limpias), podemos sentir la necesidad de saber más, de conocer más, y sin embargo, caemos en cuenta de que todo está hilado y requiere “tiempo de maduración”; cada parte de la historia de la música es una consecuencia lógica con respecto a su anterior y a su siguiente, y así también las obras de los compositores que transitaron y dejaron su huella a través de esta.
Muchos terminaban sus composiciones al cabo de 2 o 3 o 10 años, exceptuando a Mozart por supuesto, pero en términos generales, las obras vivían un proceso, muchas veces por eventos que sucedían en las vidas de estos magníficos, otras porque debían terminar de componer algo que económicamente apremiaba, pero en todo caso el proceso de escritura era meditado, escuchado, revisado; borrar y volver a escribir…
De tal manera que, aventurarnos en este maravilloso aprendizaje implica invertir un tiempo de nuestras vidas, tiempo en el que vamos a crecer y a cambiar quizás la visión que tenemos de muchas cosas.
La música nos convierte en seres distintos, y nos pide que “nos vistamos despacio aunque queramos ir muy de prisa”.
Sigamos el viaje…