Muchos hemos crecido dentro de la creencia de que sólo debemos dedicarnos a una sola cosa para lograr hacerla bien, y dedicar nuestra vida a esa única disciplina sin mirar hacia los lados, y sin concebir la idea de que podemos aprender más y distinto, y podemos lograr hacer un híbrido entre todos nuestros aprendizajes para convertirnos en “nosotros”, en realmente nosotros; capaces de estampar nuestra versátil firma autógrafa en cada cosa que hacemos…
Esta frase tan trillada y señalada por el prejuicio, que dice que “la vida da para muchas cosas”, pues es nuestro ahora, precisamente en estos momentos.
Se nos ha presentado la oportunidad para mirar hacia adentro y hacernos “esas preguntas que tanto tememos”. Tan sólo es cuestión de aventurarnos y lanzarnos, y atrevernos a cortar con muchos prejuicios que nos hacen sentir frustrados y con una muy corta visión de lo que realmente queremos lograr.
La música es tan particular y universal, que acepta cualquier otra disciplina, porque la acompaña y la nutre, y a medida que nos vamos adentrando en este camino, nos damos cuenta de que cualquier otra profesión, oficio o actividad que aprendamos y pongamos en práctica, siempre va a verse complementado y fortalecido con nuestro oficio de hacedores de sonidos.
Por otro lado, la música nos pide y hasta nos exige estudiar e investigar sobre su historia y aquellos cambios que la acompañan, nos pide encontrar respuestas cada vez más precisas acerca de todo lo que es su ciencia y su medicina, sus matemáticas y su lógica.
Es así como, queramos o no, a medio camino ya seremos buscadores y sentiremos interés por todo lo que nos rodea… y por los demás.
Adquirir otras destrezas, otras disciplinas, mientras trabajamos a diario en nuestra música, poco a poco nos va transformando en seres más expandidos y reflexivos, y aun estudiando disciplinas dentro de la misma música, será siempre un ganar-ganar y un permanente crecimiento interior.
El sólo requerimiento de comenzar por aprender lo que son los semitonos y los tonos, las escalas y los arpegios, cómo se forman y de dónde nacen las armaduras de clave, las tríadas y tétradas, el enlace de acordes, cómo le damos vida a una línea melódica y a una progresión armónica, ya implica que hemos abierto las puertas infinitas de lo que los sonidos aportan a nuestras vidas, y lo infinito que podemos hacer con ellos.
¿Qué nos detiene? ¿El juicio de los demás? Pues habrá que transformarnos en incluyentes, en formadores, en docentes, en comunicadores de lo que la música significa en el cotidiano de cualquiera de nosotros, y la huella que deja en cada uno a pesar del juicio… o el miedo?
Aprovechemos entonces esta oportunidad, este momento para completar lo que llevamos inconcluso en nuestro viaje por la vida, y comencemos a estudiar aquello que nos llama con fuerza…
La música nos abre las puertas del universo…
Sigamos con ella en este viaje…