¿Hemos escuchado alguna vez que “entre cielo y tierra no hay nada oculto?”…
Pues es precisamente una de las maravillas que se develan hoy en día con respecto a un elemento que nos es muy íntimo y a la vez tremendamente poderoso: la música!
En los últimos años se han hecho muchos estudios, y todavía se experimenta sobre todo con grupos de profesionales en áreas como agencias de marketing y comunicación. Se trata de colocar en los espacios de trabajo, un fondo musical con determinadas características, es decir, música “alegre” (Vivaldi), triste o melancólica (Samuel Barber), ansiosa (Gustav Holst), y también en silencio absoluto, sin inducción sonora, para determinar qué calidad de emociones o reacciones se plasman en el transcurso de las actividades creativas en estas áreas, y cuáles son los resultados al finalizar estos ejercicios.
Las obras escogidas han sido validadas y analizadas en detalle para producir un estado de ánimo específico, y con todo esto se profundiza más en el estudio del proceso productivo de lo que se llama el cerebro divergente y el convergente.
El primero es el que utilizamos para hacer conexiones entre informaciones distintas de tal manera que nos induce a salirnos de nuestros patrones establecidos y predecibles, nos hace reflexionar sin filtros, nos lanza a lo desconocido y por tanto, saliendo de nuestra zona de comfort, creamos nuevas y originales alternativas y propuestas.
El segundo es el que nos induce a filtrar la información que recibimos a partir de lo conocido, de lo que nos es familiar y esperable, y aquí no se ha detectado un efecto mayor. Todavía está sometido a experimentación, a ensayo y error.
Lo que sí se sigue experimentando, y lo podemos hacer cada uno de nosotros en cualquier momento, es el efecto que producen ciertas obras musicales en nuestro día a día; nos hacen fluir y enriquecer nuestros procesos creativos, o nos bloqueamos y perdemos la concentración, y hasta comenzamos a sentirnos tristes, apáticos, desmotivados… violentos.
Siendo conscientes de que se trata todavía de un ensayo y error, podemos observar nuestras reacciones cada vez y aclarar con qué tipo de sonidos somos más creativos y productivos, y con qué tipo de actividades encaja mejor la obra musical que escogimos.
Hay un punto de inflexión, a saber, el alto volumen y las estridencias; distorsionan progresivamente nuestras capacidades creativas, y terminamos bloqueados y perdiendo nuestra calma y centro.
Sonidos de fondo adecuados y armónicos con cada uno de nosotros, reducen el impacto de ruidos o imprevistos externos, pues nos sumergen en un estado creativo, productivo y centrado, con una mínima posibilidad de distracción, y de esta manera podremos mantener la concentración por más tiempo, además de que abriremos puertas insospechadas a nuevas ideas o propuestas originales, que podrán ser muy útiles para todos.
En nuestro caso, como artesanos de los sonidos, también debemos buscar aquellas obras que nos conduzcan a nuestro centro y nos ayuden a desarrollar nuestra capacidad creativa y expresiva, y nos lleven a comprender mejor todo el legado musical que tenemos entre manos.
Así, tomando una respiración profunda, cerremos los ojos y experimentemos con una de nuestras obras favoritas…
Y sigamos este viaje de aprendizaje…