En muchos casos se comienza a estudiar un instrumento sin el contenido teórico que lo complementa. En el piano, por ejemplo, se acostumbra abordar el reconocimiento de las notas sobre el teclado usando melodías conocidas y de simple comprensión, con el propósito de acercar ágil y rápidamente al estudiante sin mayores complicaciones, sobre todo cuando está en edades tempranas.
Innumerables escuelas pianísticas siguen esta tendencia… y funciona efectivamente en el mejor de los casos.
A medida que se va avanzando en estos niveles iniciales, los fundamentos teóricos se hacen imprescindibles. ¿Por qué?
La lectura melódica y rítmica en pentagramas requiere de un añadido de elementos que deben ser adquiridos casi de inmediato.
La relación entre las figuras de nota, entre las claves, para tener una visión y ubicación clara del teclado como tal, su valor entero y compuesto para comprender las cifras indicadoras de compás, el diseño del pulso, el vasto mundo del ritmo y el propósito de los acentos, los espacios en los que se escriben y organizan las figuras y sus silencios, su valor correspondiente y entrelazado, así como dónde se generan las alteraciones, las armaduras de clave, las tríadas, tétradas y arpegios con sus inversiones y relaciones, comprender en qué consiste un modo menor, un modo Mayor…
Cuando aprendemos el significado y el por qué debemos adquirir todo este conocimiento desde el principio, cuando aprendemos a leerlo, a escribirlo sobre los pentagramas, y comenzamos a dar nuestros primeros pasos en este tipo de escritura nueva, estamos abriendo realmente las puertas a otro tipo de inteligencia, estamos activando en nosotros una forma de entendimiento diferente… la de la relación entre todos los sonidos; los que ejecutamos en el instrumento y los que escuchamos…
Si unimos ambos aprendizajes, caminaremos mucho más rápido y la aproximación hacia todo lo que nos ofrece la música será más completa y sólida.
Sigamos este viaje…