En toda iniciación a un instrumento el estudio de las escalas es requisito indispensable. Ellas son las bases de este monumental edificio que es la música.
Si bien es cierto que somos totalmente libres para escoger ese instrumento que nos llama con fuerza para iniciarnos en esta aventura, será nuestro “caballero de la ilustre armadura”, el piano, quien nos permitirá abarcar todos los registros de una orquesta.
Es como si una opulenta mesa estuviera servida para nosotros, o que el mundo esté enteramente a nuestros pies.
En el piano contamos con 88 teclas que registran todos los sonidos graves, medios y agudos de los cuales podemos disponer a nuestro antojo… pero un momento!
Si vamos a estudiar armonía y composición, dependemos de nuestras escalas para edificarlas, para darles forma, y para trabajar con ellas enlazándolas y siguiendo sus reglas de juego.
Es mucho más fácil comenzar por entender ciertos acordes, estudiar sus diferentes especies, y comenzar a componer a partir de allí; pero sin el conocimiento y dominio de las escalas, siempre la mesa tendrá “3 patas y no 4”, y seguramente llegaremos a un piso que sólo traspasaremos si las estudiamos a fondo y las “tenemos en dedos”… y en forma homónima mejor aún.
De esta manera comprenderemos que existe un enlace natural e ilimitado pero coherente entre ellas, que debemos conocer para estructurar todos los acordes que nacen a partir de sus raíces, y así nos será mucho más fácil y placentero trabajar con los sonidos y compenetrarnos con ellos.
El piano nos ofrece más fácilmente esta posibilidad, pues lo tenemos todo en un sólo instrumento; todos los registros de una orquesta y todas las posibilidades armónicas en nuestras dos manos. Sólo es cuestión de aventurarnos a estudiar este mundo de sonidos enlazados, y ya una vez conociendo las reglas de juego, lanzarnos a experimentar.
¿Comenzar por las escalas en el piano, para aprovechar mejor el estudio de la armonía? Sip, así que continuemos este viaje…