Sabemos que el piano es un instrumento que se basta a sí mismo pues abarca todos los registros de una orquesta. Es por esto que quienes le dedican su vida, llevan consigo una gran responsabilidad, sobre todo cuando se toma la decisión de enseñarlo para formar pianistas.
Un primer elemento que incide en este proceso de aprendizaje, será comprender que vamos a adaptar nuestro cuerpo y a conectarnos con este para sacar el mejor provecho de las posibilidades que nos ofrece nuestro instrumento, así como respirar “conscientemente” para desarrollar mejores sonoridades y pesos.
Asi mismo, otro de los aspectos más importantes será que a medida que transitamos por un programa de piano tras otro, innumerables estudios técnicos, sonatas, preludios, impromptus, scherzos, vamos a experimentar un gran cambio, progresivo y profundo, en nuestro espacio interior… ese donde las emociones van y vienen…
Aquí nos preguntamos qué implica verdaderamente formar un pianista.
Estos estudios van generando la necesidad de ampliar el mundo conocido, de ir más allá y comenzar a investigar sobre las manifestaciones del arte, de la literatura, sobre las geografías, la diversidad de las razas y los diferentes periodos de la historia…
Por otro lado, el pianista docente generalmente transita por un camino difícil y árido, en el que aparecen muchos contra intentos; un camino de mucho estudio donde entran en juego la experimentación, el ensayo, el error, las innumerables equivocaciones y las interminables horas de trabajo en el piano.
En este camino se escribe mucho, se borra mucho, se lee mucho, se aprende a hacer empatía con todos quienes nos rodean, y se cae en la cuenta de que es un largo trayecto empinado y siempre en solitario.
Si hacemos un alto en algún punto de esta larga excursión y miramos hacia atrás, vamos a contemplar una extensa fila, un sendero de muchos, muchos, muchos árboles frondosos… nuestros estudiantes… cada vez más sólidos y sabios.
Quienes se van formando como pianistas van forjando dentro de sí una existencia diferente, dilatada, agrandada. Estudiar piano día tras día va modelando otro tipo de seres, mucho más profundos y dadores, hechos a través de esto que significa ser “artesano de sonidos”… todos los días… ayer salió el Bach… hoy, como si nunca lo hubiera tocado… mañana insistimos y probablemente tampoco saldrá, pero seguimos…
Esta formación requiere adquirir la capacidad de planificar la vida con estructuras lógicas y coherentes, nos pide ser consecuentes con nuestros estudios, y adentrarnos en la teoría y la historia de la música para completar nuestras destrezas y el amplio espectro que necesitamos para continuar, a internarnos en el vasto mundo de la composición con todas sus variantes, a ser persistentes en todos nuestros procesos.
Surgirá la necesidad de buscar repertorios más complejos, o quizás más simples, pero que representen un reto y por lo que tengamos que iniciar búsquedas más profundas, dentro y fuera de nosotros…
Sigamos entonces este viaje de retos…