La Digitación, o diseñar dedos en una partitura, es un verdadero arte y sobretodo cuando lo hacemos para otros.
Esto requiere de una conexión y una fina intuición que nos va a indicar qué tipo de dedos necesitan trabajar quienes están bajo nuestra responsabilidad, es decir, quienes están estudiando un repertorio bajo nuestra supervisión, para desarrollar esas destrezas que cada nivel de estudios requiere.
La digitación no es una para todos, salvo en el caso de las escalas y arpegios, pues éstos son una herramienta básica que viene establecida desde hace mucho, y hoy en día todo músico debe “tener en la memoria de los dedos”.
Esta técnica se ha depurado con el correr del tiempo, y hoy en día hay infinidad de digitaciones para facilitar y perfeccionar sonoridades, frases ligadas con muy poco marcaje de pedales, entre otros. No hay tanta rigidez como en otras épocas.
Sabemos que J.S.Bach, incluyó el pasaje del pulgar por debajo de la palma de la mano, para lograr un desplazamiento de una octava a la otra con mayor fluidez y continuidad, y esto permitió desarrollar el mecanismo de articulación en toda la extensión del instrumento como por ejemplo, para los movimientos contrarios y mixtos. De igual manera, nos abrió caminos para las escalas en intervalos dobles ( terceras y sextas).
Hoy también utilizamos muchísimo el cambio de dedos sobre la misma nota para lograr ligados uniformes sobre cualquier tipo de sonoridad.
Igualmente, a manera de ejercicio en nuestro entrenamiento técnico, estudiamos una obra con digitaciones especiales que ligan frases completas sin necesidad de utilizar constantemente el pedal de armónicos (derecho), de tal manera que el arte final resultará totalmente distinto, con frases perfectamente hiladas en dedos, y tan sólo maquilladas con marcas de pedal cuando se necesita extender un bajo, o un pedal vibrato para una determinada línea melódica.
Asimismo, el trabajo de los diferentes pesos depende también de un marcaje de dedos bien pensado, puesto que naturalmente un dedo tiene una caída más densa que el otro, y es por ello que digitar se convierte en todo un experimento y en una reflexión.
Como docentes y ejecutantes, todo esto nos invita permanentemente a estudiar, ensayar, equivocarnos, marcar dedos una y otra vez, hasta lograr que el trabajo con las manos de nuestros estudiantes resulte como si fuera una parte de nosotros.
No es simple y no lo debemos tomar a la ligera, porque cada par de manos tiene una digitación propia, única e irrepetible.
Así entonces, sigamos este viaje de observación…