Especialmente en estos momentos de gran cambio y transformación, posiblemente experimentamos desazón y un fuerte sentimiento de pérdida de objetivos en nuestras actividades cotidianas.
Es por esto que vamos abandonando la ruta que escogimos una vez, desdibujamos nuestro norte y comenzamos a “ver hacia los lados”… nos diluimos poco a poco en tareas que en realidad no se corresponden con nuestra naturaleza y nuestros verdaderos deseos… nos perdemos… y es así como pasamos a ser, a pensar, a creer y sentir como uno más del planeta.
Sin embargo, este es el mejor tiempo para activar aquellas cualidades que nos acercan a nuestros propósitos, y que nos son propias: atención, foco y concentración.
La música nos permite, y nos pide afianzar estas condiciones, y para ello debemos establecer un orden en nuestra mente y por escrito, a manera de hábito.
Si adquirimos la costumbre de hacer un seguimiento a nuestro plan, veremos que mucho de lo que hay allí nos sobra; no es productivo, no nos deja avanzar, no nos aporta satisfacción. Es aquí donde vamos a desechar todo aquello contamina nuestro tiempo precioso para crear, aprender y producir… el plan escrito nos funciona muy bien porque va dando forma específica a nuestras prioridades y aclara los objetivos que deseamos lograr… en el instrumento y en nuestro día a día.
¿Qué tiene la música, en particular, que nos invita a ampliar fronteras y conocimiento, y nos demanda centro, centro, centro?
Cuando viajamos a través de una partitura, es decir, cuando estudiamos una sonata, por ejemplo, necesitamos saber quién la escribió, en qué época, bajo qué circunstancias o eventos de su vida, qué o quién movió a escribir al compositor, a quién se la dedicó y por qué; todo esto nos lleva a investigar los trazos de la historia, la geografía, todas las tendencias y costumbres que prevalecían en ese entonces.
Si estamos dispersos, perdemos esta maravillosa oportunidad de conectar con las primicias de esta puesta en escena, y si mientras estudiamos nuestra mente viaja hacia el resto de actividades que tenemos por hacer, vuela y juega con nuestra fuerza de voluntad, probablemente tocaremos mecánicamente, con prisa para terminar de corregir un pentagrama, o bien saltaremos de una obra a otra, manteniéndonos ajenos mientras visualizamos otros escenarios que debemos atender y perdiendo la oportunidad de traer a la vida esa obra escrita hace unos tantos años.
Es por esto que tomar notas diarias a manera de bitácora es un ejercicio que va centrando nuestra mente y el foco que necesitamos para llegar a las metas que hemos visualizado. Escribimos todos los detallles que observamos, los vacíos y fallas, los “micropasos”, esos enanos que nos funcionan para avanzar y progresar… para terminar nuestro repertorio y el propósito del am y el pm de cada día.
Un dragón a la vez… un enano a la vez… un micropaso a la vez… una escala a la vez… un estudio a la vez…
Asi mismo, esos momentos en blanco o nulos que se manifiestan tan a menudo, los podemos ocupar en escribir o tocar lo primero que aparezca frente a nosotros, pues nunca sabemos si ese es el tiempo justo para trabajar, corregir o solucionar la traba que no nos deja ver más allá.
Si adoptamos la escritura y los planes cortos como un hábito, veremos cambios definidos en nuestros ánimos, en nuestros paisajes creativos, buscaremos información que nos facilite el progreso y nos haga profundizar como pianistas, llegarán retos en obras que amamos y queremos tener en dedos, se pondrán de manifiesto nuestras fallas, miedos y limitaciones, precisamente para darles una solución, y sabremos que para lograr eso, lo único que funciona es aprovechar nuestra cualidad de enfocar y dirigir nuestras energías hacia esa meta, sin distracción.
Registremos por escrito nuestros vacíos de teoría de la música, de armonía y composición , de técnica pianística, o de esas obras que hemos podido tocar en algún momento, y que nunca logramos.
Trabajemos mucho a JSBach, a Mozart, escuchemos una y otra vez el Barroco, los pilares de la armonía, no tenemos tiempo disponible para permitirle a nuestra mente que divague y se pierda en eso que no necesitamos.
No abramos las puertas a la desazón y el desaliento, pues este es un tiempo maravilloso para solucionar y avanzar.
Tenemos a la gran curandera de nuestro lado: la música.
Sigamos este viaje…