En nuestros procesos de aprendizaje, todos tenemos un sistema que nos es natural para comprender aquello que estamos conociendo. En el campo de la música y cuando comenzamos a leer una obra, nuestro cerebro sigue un orden lógico para asimilar lo que estamos procesando, siendo conscientes o no. Y aquí cabe preguntarnos… ¿Cómo funciona nuestra “visual” al hacer una lectura de una partitura?
Pues bien, si ponemos atención en ese momento justo, percibimos que lo primero que captan nuestros ojos son las figuras de nota. Luego las alteraciones, si las hay, luego las figuras rítmicas que aparecen compás por compás, y por último la digitación.
Esta es una conclusión a la que llegamos hace unos años, experimentando en clase con nuestros alumnos.
Cada uno iba describiendo qué era lo primero que captaba durante una lectura, y de allí que a todo este proceso lo hemos llamado la “base de la lectura”, que es como una primera radiografía que se toma sobre lo que está escrito en una partitura.
Aquí comienzan los problemas, pues generalmente queremos leer rápido, y es entonces cuando distorsionamos ese orden lógico, y lo archivamos en nuestro disco duro con errores, fragmentado o en tempos desiguales.
Si adoptamos esa costumbre al comenzar a leer una obra, con prisa e impaciencia, es muy probable que el tiempo que nos ocupa corregir esta base de la lectura sea mayor.
Podemos evitarlo y avanzar más rápido, si hacemos las lecturas muy lentamente… slow practice…
Ahora bien, cuando abordamos la parte rítmica y nos encontramos con toda suerte de barras, puntillos, ritmos intercalados y demás, debemos pasar nuestro interruptor y aplicar la de “el ojo que todo lo ve”, es decir, la “visual”.
Este es uno de los ejercicios en el que debemos entrenarnos desde que comenzamos a estudiar un instrumento.
La manera más sencilla de “cuadrar rítmicamente ambas manos”, o encajar una de estas figuras dentro de un pulso o tempo, será tomar una figura base para organizar rítmicamente el compás; la negra, ésta que mide nuestro pulso de corazón, es la más indicada, aun cuando la corchea también nos serviría de base sobre todo cuando las figuras rítmicas son densas.
La negra y la corchea son figuras muy afines a nosotros, a nuestros procesos cognitivos, en tanto que las figuras con puntillo nos quitan balance, ¿por qué?, pues con ellas sentimos que hay un plus, algo que se estira, se alarga, y nuestro pulso de corazón es muy exacto y preciso: calza a la perfección con la negra que lo representa, o con la corchea que podemos adaptarla también a ese pulso exacto.
Muchos dicen que estamos constituidos por ternas, por ritmos ternarios, pues no sólo somos cuadratura sino estructuras más sensibles a un ritmo de 3 y 6.
Sin embargo, cuando abordamos una base de lectura, simplemente resolveremos todo lo que está allí matemáticamente medido sobre el pulso de nuestro corazón que es un 1 y no un 3.
Experimentemos esto: colocamos una mano sobre nuestro corazón y sentiremos que tiene un pulso constante y regular sobre esta figura que conocemos como “negra”.
Así, sobre estas bases, vamos armando ese “esqueleto” que vemos en la partitura, lentamente, compás por compás, y siempre guiados por nuestro ojo interior… esa visual que todo lo ve… aprovechando y disfrutando el espacio y tiempo que apartamos todos los días para estudiar.
Al final habrá valido la pena pues habremos comprendido claramente de qué se trata esa maraña rítmica que tenemos en nuestro atril.
Quiere decir que no debemos desaprovechar la oportunidad de viajar dentro de las partituras, detallando cada uno de sus trayectos, de sus rutas.
Es como aventurarnos a curiosear la escritura de los compositores; cómo y de dónde salió esa inspiración, de qué manera concibieron e hilaron cada frase, cada progresión armónica, bajo qué plan rítmico trabajaron y por qué, cuáles eran las circunstancias que los rodeaban que los llevaron a generar esas ideas.
Hoy tenemos acceso a toda esta información; sólo debemos despertar nuestra curiosidad y descubrir las figuras rítmicas como una gran tela de araña…
Entonces, sigamos en este viaje y en búsqueda permanente…