Generalmente durante nuestros estudios formales de piano trabajamos varias obras escritas para cuatro manos; obras maravillosas de Mozart, Martin, Schubert, Brahms.
Quienes hemos pasado por allí seguramente recordamos con placer y responsabilidad esas experiencias vividas, pero, ¿realmente estamos conscientes del peso específico de esto que significa compartir el piano con otro par de manos, con otra cabeza, otra mente, otra manera de sentir la música, y tener que acoplar(nos) en una sola obra, aun cuando seamos diametralmente opuestos... o no “seamos compatibles”? Otra grande e importante prueba que nos invita a crecer...