Para muchos este tema es irrelevante pues siempre se piensa en que basta sólo con sentarse y tocar, así como también en mover los dedos, y los pies cuando corresponde marcar pedales.
Sin embargo, hay un más allá y gran variedad de aspectos para tomar en cuenta a la hora de sentarnos a trabajar en nuestro instrumento.
Por otra parte y en la mayoría de los casos, siempre queremos aprender magia para agilizar nuestras falanges y muñecas, y así lograr tocar nuestro repertorio a la velocidad del rayo, por lo cual nos convertimos en fieles seguidores, casi adictivos, a ver miles de videos que nos explican toda una suerte de ejercicios de estiramiento para las extremidades superiores del cuerpo, y en especial para los dedos… ejercicios previos para lograr la independencia de los dedos y así preparar los músculos para “atacar el teclado a altas velocidades”!… ¿ Recuerdan lo que le pasó a Schumann? (Google it).
Cuando hacemos ejercicios para adiestrarnos en una disciplina como es la de estudiar un instrumento, nuestro cuerpo se somete a una infinidad de movimientos y esfuerzos que en algún momento de nuestras vidas, pueden terminar en todo tipo de dolencias, algunas irreversibles… ¿a que sí?
Y lo peor es que no caemos en cuenta nunca del por qué nos sucede esto. La manera más fácil que encontramos para darle fin a estas dolencias son, por ejemplo, asistiendo a muchas sesiones en el gimnasio, en el médico, el fisioterapeuta, el acupunturista, el analista, yoga, aikido, ¿capoeira?… pero los dolores persisten porque tarde o temprano regresamos a estudiar en el piano, o en cualquier otro instrumento, o en la computadora (ordenador), o en nuestro escritorio, y repetimos “esa posición perversa” que origina nuestro malestar.
No concebimos la idea de que adoptamos esta posición poco cómoda para el cuerpo, o que hacemos tal cantidad variopinta de ejercicios previos de “calentamiento o estiramientos”, que van a generar las llamadas “gomas”, nódulos, hernias, tendinitis… y adiós para siempre el piano, el violín, la guitarra, la voz, etc, etc.(Atención con el túnel carpiano y nuestras amadas computadoras… ordenadores!)
Es muy fácil observarnos mientras caminamos, mientras permanecemos sentados, y lo más importante es estudiar nuestras manos y dedos, única edición con la que contamos. Esto nos toma unos minutos nada más.
Empecemos por preguntarnos mientras nos miramos, y anotemos (muy importante llevar este registro):
¿Qué posición adoptan manos y dedos cuando están en reposo? ¿Están abiertos y estirados? ¿Posición cuando los dejamos caer a cada lado del cuerpo? ¿Abiertos y estirados? ¿Posición cuando los colocamos sobre una mesa?… ojo! y sin modificar su posición natural. Sólo posarlos sobre la mesa!: ¿Abiertos y estirados? ¿Posición cuando accionamos el mousse de nuestra computadora (ordenador)? ¿Abiertos y estirados? ¿Posición de nuestra columna, cuello y hombros cuando nos sentamos? ¿Curvos y tensos?
Hagamos estas pruebas cuando estemos sentados en el piano: coloquemos caderas a la mitad del banco y no sobre el banco completo, y nuestros pies ubicados en paralelo y ligeramente separados, apoyados firmemente en el piso para no comenzar a tambalearnos perdiendo equilibrio.
Experimentemos un ángulo de 90° desde el cuello hasta nuestros dedos, los que naturalmente están en posición de arco cerrado, no abiertos ni estirados. Columna derecha mas no rígida y cuello relajado, para lo cual respiramos natural y fluidamente desde el abdomen.
Cerramos nuestros ojos para visualizar más claramente nuestra nueva posición, y definimos cómo nos sentimos allí. La costumbre que se sigue desde siglos es la de mantener los pies juntos, debajo de los pedales o frente a estos. Realmente se ve muy estético pero no nos da seguridad y, parece mentira pero perdemos balance si los dedos tocan hacia la parte aguda o grave del teclado.
Asimismo, en caso de necesitar dos o tres pedales, inevitablemente los pies estarán juntos, y en este caso complementaremos el equilibrio hacia la columna y los huesos de las caderas, siempre dentro de nuestro ángulo de 90°, manteniendo el cuello relajado, sostenidos con nuestra respiración consciente.
Es muy simple observar y colocar nuestro cuerpo físico, no sólo para trabajar en el piano sino cada vez que estemos sentados, caminando, de tal manera que no es imposible adoptar una colocación postural adecuada y natural.
Esto nos provee de muchos beneficios y mayores destrezas, así como articular desde los nudillos con dedos en punta y trabajando lentamente para que calibremos todo el equipo con el que contamos, sin forzar nada.
Que sea un placer y un disfrute siempre, y conectándonos con nuestro cuerpo… el único que tenemos.
Sigamos entonces nuestro viaje de observación y nuevas exploraciones…