Cuando se estudia un instrumento por cuenta propia, sin una orientación profesional, muchas veces se escogen aquellas obras con las que hay una hermosa afinidad, una conexión especial, sin tomar en consideración el grado de dificultad que presentan, y el nivel técnico que se tiene en dedos para ese momento.
Cuando se van a abordar tales obras, estos dos aspectos son condicionantes que deben examinarse a conciencia, aun cuando si no se tiene un nivel suficiente para ellas, tampoco lleva implícito que no se puedan obtener buenos resultados.
Sabemos en el fondo que, si somos constantes y nuestras metas son claras, estos serán motores muy poderosos para lograr todos nuestros planes trazados.
Sin embargo, en muchos casos como estos hemos visto que no se ha tenido fácil acceso a la información necesaria para estudiar continua y progresivamente el instrumento a partir de sus fundamentos técnicos, y estos conocimientos constituyen la base a partir de la cual se adquieren las destrezas indispensables para alcanzar un nivel que permita tocar obras de cierta dificultad.
Ahora bien, estructurar un plan que sea efectivo y cumpla su función, es decir, diseñar un “mapa” de obras pianísticas desde la técnica propiamente dicha, hasta el repertorio que corresponde a cada nivel de estudios, requiere haber recorrido un camino por muchas obras y estudios técnicos complementarios a ellas, y haber descartado aquellos que “engrosan las paredes” de muchos programas de piano, y en verdad, no van a dejar una huella importante en la futura vida profesional de un estudiante…. no volveremos a tocar o enseñar aquello que nos trae “malos recuerdos y sinsabores”…
De esta manera, dentro de cada plan que estructuremos para estudiar piano, la parte técnica siempre será la columna vertebral y la medida del resto del repertorio, y es por esto que nos demanda atención, escribir y borrar mucho, cuestionar(nos), actualizar(nos) y por tanto cambiar las rutinas, y si asumimos el compromiso de enseñar nuestro oficio, pues debemos observar y hacer empatía con cada uno de nuestros estudiantes para llevarlos por un camino progresivo y coherente según sus habilidades… manifiestas y ocultas… y en este sentido sabremos cuándo, cómo y por qué tomaremos muchas decisiones inteligentes…
Si necesitamos tener en dedos esas escalas y arpegios que son imposibles en nuestro primer movimiento de la sonata que estamos trabajando, y si ese “fragmento tenebroso” de nuestro estudio de Chopin nos produce pesadillas de noche y de día… pues lo añadimos todo a nuestra rutina de estudios técnicos diarios, y así poco a poco vamos dando forma definida y sólida hasta completar nuestro diseño.
Muy importante es tener presente que el tiempo diario que invertimos en estudiar es crucial, pues será la única manera de verificar que nuestro plan realmente es efectivo para nuestro avance.
Aquí comenzamos a preguntarnos… ¿entonces, cuánto tiempo debo estudiar todos los días?
¿En qué consiste el éxito o el fracaso del proyecto que planifiqué para lograr mi programa de piano?
Pues bien podríamos sentarnos en el piano todo el día durante todos los días y no llegar a nada, o bien estudiar esporádicamente durante minutos… y tampoco lograr el plan que estructuramos; esto nos quiere decir que el diseño que organizamos no funciona; sólo habrá que descartar lo que no nos deja solucionar y seguir.
Ensayo y error hasta encontrar nuestro punto de equilibrio, nuestra llave maestra que hará que todo sea posible…
Sigamos entonces este viaje de búsquedas y exploración…