Hay grandes diferencias entre un estudio diario de un oficio y uno esporádico, o interrumpido. Hablamos de logro de objetivos y sentir una gran sensación de satisfacción al final del camino.
En el primer caso, veremos cumplidos nuestros logros a corto o mediano plazo, según el grado de dificultad del programa que estemos abordando.
En el segundo, muy probablemente lo primero que sentiremos será desgano, aburrimiento y abandonaremos seguramente nuestros estudios de piano, para perseguir otra actividad que nos resulte más fácil y visible sin invertir mucho tiempo y esfuerzo.
Sentarnos a estudiar piano todos los días no parece un tema relevante al que se le deba dedicar unas palabras… pero, ¡sí que lo es, y mucho!… aquí se nos va la vida en realidad.
Cuando nos comprometemos con nosotros mismos y adquirimos el hábito de estudiar sistemática y planificadamente día a día, es decir, atendiendo a comprender y resolver una base de lectura, por ejemplo, un fraseo, el tempi de alguna obra que ya llevamos avanzada, la memoria que nos falta, aumentar progresivamente la velocidad, un marcaje de pedal… vamos marcando una gran diferencia sin darnos cuenta.
Muchas veces el tiempo del que disponemos no es el que quisiéramos, pues debemos cumplir con el resto de las actividades cotidianas que nos reclama atención y dedicación.
Ahora bien, en medio de las circunstancias que estamos experimentando, esos momentos que dedicamos al estudio de nuestro instrumento pueden convertirse en algo que vaya más allá de un ejercicio mecánico; invertir en leer todos los días, o en terminar una obra, puede hacer que todo lo que nos rodea adquiera una connotación diferente.
Es precisamente ahora cuando tenemos la gran oportunidad para cambiar el rumbo de nuestra rutina de estudio, no sólo en el piano, sino en todo ese aprendizaje que estamos asimilando hoy.
Podemos decidir firmemente que este sea un espacio y un tiempo totalmente nuestro; podría llamarse un espacio de luz, en donde nada ni nadie tiene cabida. Sólo nosotros y nuestro instrumento, en nuestro caso.
Aquí nos preguntamos… ¿qué beneficios me aporta estudiar todos los días? ¿Es igual hacerlo un día sí y el siguiente no? ¿Es igual si estudio dos o tres días a la semana?
La respuesta a estas últimas dos preguntas, lamentablemente será nop.
¿Y sobre los beneficios? Pues si tomamos el hábito diario de estudiar nuestro instrumento, este hacer una y otra vez nos va a ir conectando más profundamente con nuestros procesos cognitivos, con nuestra imaginación y hasta con la capacidad innata que tenemos para sentir y visualizar; herramientas que necesitamos al momento de interpretar nuestro repertorio.
Todo esto va a ir llenando nuestro espacio de luz para que, entre otras muchas cosas, perfeccionemos la forma en que abordamos el estudio de cada obra, y aprovechemos mejor el tiempo que le dedicamos durante el día. De igual manera podríamos organizar un entrenamiento apropiado para nuestras manos, y un programa de piano que nos permita avanzar verdaderamente.
Por otro lado, si tomamos el hábito de escuchar, analizar, buscar obras que nos ofrezcan una información valiosa, al cabo de poco tiempo lo vamos a agradecer, y mucho.
Igualmente, si en nuestro nuevo hábito incluimos la búsqueda de literatura que complemente el repertorio en el que estamos trabajando, abriremos un amplio espectro que nos permitirá “dibujar un gran mapa” de información complementaria y muy necesaria para convertirnos poco a poco en verdaderos artesanos de sonidos.
Aprovechemos el momento pues tenemos toda la información a nuestra disposición, así que, alimentemos todos los días nuestro tiempo y espacio estudiando y avanzando, y veremos resultados verdaderos y muy satisfactorios a corto plazo.
Sigamos pues este viaje de exploración…