En nuestros primeros años de estudio, cuando no conocemos bien nuestro instrumento, a nuestros maestros, el repertorio que nos van asignando, la mayoría de nosotros sentimos que no pisamos un terreno firme y seguro cada vez que nos sentamos a estudiar y tocar, para nosotros o para otros.
Muchas veces queremos jugar o hacer otra actividad que no nos demande un esfuerzo y un compromiso, aun cuando nos guste muchísimo sentarnos en el piano, y no consideramos que un error sea enmendable de vida o muerte.
Si permanecemos, con el correr del tiempo vamos entrando “en razón” y para ese momento ya reconocemos los detalles que debemos corregir y asegurar en la lectura de nuestras obras, así como también puede suceder que, si retomamos alguna de estas que hayamos tocado en nuestros primeros años de estudio, nos topamos de pronto con uno que otro error en lo que llamamos la base de la lectura, es decir, todo lo que es orden de notas, alteraciones de armadura y accidentales, alguna que otra figura rítmica, digitaciones, tempi…
Ahora bien, ¿cómo resolvemos estos errores que se quedaron atrás, que se quedaron en nuestras memorias?
En caso de que en un futuro seamos docentes y se nos presenta el momento de enseñar la obra, o tocarla para otros… ese error quedó grabado… ¿cómo lo reparamos?
No es imposible enmendar una información que guardamos en nuestro disco duro, en nuestras memorias, así que recodificamos esta información volviendo a nuestra partitura, preferiblemente la original, aquella sobre la que estudiamos por primera vez, identificamos el error, lo reconocemos, releemos y repasamos en dedos muy lentamente como si nunca hubiéramos leído esa obra… y a tocarla de arriba a abajo de nuevo, poniendo especial atención a aquello que dejamos pasar una vez.
En esta y tantas otras artesanías, en nuestro caso, la de reproducir sonidos o componerlos, todo gira en miles de ensayos y errores… por suerte; es así como rehacemos una y otra vez, enmendamos una y otra vez, y seguimos adelante.
Lo maravilloso de cometer errores es que nos permiten recordar que no somos perfectos, y siempre tendremos la oportunidad de aprender a trabajar y desarrollar una relación con nuestro instrumento con mucho más amor y cariño… y atención.
“Sin prisa pero sin pausa”, y explorando nuestro aprendizaje con mayor amplitud y precisión.
¿Cómo nos sentimos una vez que logramos corregir esos “fantasmas”?
Pues entonces sigamos este viaje de ensayos y errores…