… y mi programa mide como 8 km de largo, además de que no tengo toda la vida para terminarlo!
Nos encontramos en este momento en el que queremos pero no podemos; queremos tener en dedos un programa de piano que nos hemos trazado, pero no tenemos el tiempo suficiente para lograrlo.
Esto se ha repetido tantas veces, y tantas veces hemos claudicado y abandonamos no sólo éste, sino todos aquellos proyectos que nos hacen tan felices pero lo dejamos porque tenemos “prioridades”.
Triste no?
El tema principal aquí es, que debemos “sentarnos a pensar”; si hacemos un mapa geográfico de nuestro día a día, con o sin pandemia, en el que organizamos nuestro programa y lo dividimos, dando prioridad a aquello que tenemos incompleto, lo que más nos cuesta, y lo vamos trabajando todos los días, pues muy probablemente veremos que “sí” tenemos esa hora para sentarnos en el piano y leer eso que nos falta, corregir lectura, dedos, etc, etc, memorizar o aumentar progresivamente la velocidad de un estudio, trabajar la técnica de pedal sobre una obra, o simplemente tocar y disfrutar lo que ya nos sabemos…
En este mapa geográfico del lunes al viernes y del sábado al domingo, existen tiempos muertos, en donde supuestamente descansamos y en realidad no logramos ese descanso, porque nuestra mente viaja muy rápido y constantemente cargada de miles de millones de problemas, deberes, dudas, angustias, incertidumbres, que se van acumulando semana a semana, y logran convertirse en una tiranía; nos domina por completo y nos sumerge en el eterno “no puedo”; perdemos la noción de lo que es nuestra libertad para escoger qué o quién (¿por qué no?), me hace feliz, me nutre y me ayuda a avanzar, qué me motiva a crecer, a seguir, a cambiar para ver todo distinto y mejor…
Hemos escrito sobre el espacio y el tiempo que podemos abrir para trabajar en nuestro instrumento, como un aparte en el cotidiano que aprovechamos para acceder a nuestro mundo “especial” dentro de la música, o la danza, la pintura, la escultura, la escritura…
Si salimos de nuestra zona de confort y decidimos lanzarnos a buscar “mi hora privada, sólo para mí, para conectarme con mi instrumento y descubrir mi potencial, y descubrir un “sí puedo”?
Es sólo una hora al día; una hora, en que logramos escaparnos para convertirnos progresivamente en verdaderos artesanos del sonido, y cuando menos lo esperamos, tenemos un gran programa de piano finamente terminado en nuestras manos, y mirando hacia atrás habremos comprobado que, esa hora privada, ha valido su peso en oro.
¿Qué dicen? ¿Nos lanzamos a buscar nuestra hora?
Sigamos viajando juntos en este gran experimento…