El piano, pianoforte o suave y fuerte, es un instrumento de cuerda percutida que resulta de una interesante evolución en el tiempo, donde el oriente y el occidente se entremezclan para proporcionarnos un apasionante instrumento, que nos permite desarrollar nuestra expresividad, entre otras habilidades, y siempre al servicio de la música.
Fue fabricado a partir de otros instrumentos; el más antiguo, el que inicia su línea evolutiva, es la Cítara, originaria de África y del sudoeste de Asia, y se remonta a la edad de bronce, alrededor del año 3.000 A.C.
La estructura de la cítara consiste en un conjunto de cuerdas tensas dispuestas sobre una tabla, que se hacían vibrar utilizando los dedos, las uñas, o algún otro objeto punzante.
El Monocordio, con leves variaciones, estaba construido con una única cuerda, mucho más larga que las de la cítara, y vibraba sobre una pequeña caja de madera. Su creación se le atribuye a Pitágoras, quien, entre otros matemáticos, lo utilizaron para realizar sus estudios sobre las afinaciones y relaciones entre los intervalos musicales.
Euclides por su parte, se sirvió de este instrumento para afianzar su teoría, que hoy conocemos como la Geometría Euclidiana.
El Salterio, probablemente de procedencia en el sudeste asiático y utilizado en el norte de áfrica, está fabricado sobre los principios de la cítara pero esta vez tendría forma trapezoidal, en función de las distintas longitudes de sus múltiples cuerdas.
Hacemos referencia también a los primeros instrumentos de cuerda percutida, los Dulcémeles derivados del Santur, un instrumento musical tradicional persa.
Así mismo, sabemos que durante la Edad Media hubo varios intentos para crear instrumentos de teclado con cuerdas percutidas. El primero de ellos fue la Zanfona o Zanfoña, de origen incierto.
Del siglo XIV son las primeras referencias que se tienen sobre el Escaque, instrumento poco conocido cuyo mecanismo (descrito en un manuscrito de Henri Arnault de Zwolle), podría anticipar también el del piano.
El mecanismo del salterio más tarde abriría la posibilidad de diseñar los primeros Clavecines o Clavicénbalo, pues se pretendía lograr alguna estructura que permitiera que las cuerdas no estuvieran en contacto con los dedos.
Los primeros clavecines aparecen durante el Siglo XIV, en Borgoña, Italia. Muchos de ellos se conservan firmados por su constructor, con la fecha de su fabricación. Otros son anónimos y esto ha generado mucho interés para investigar su procedencia.
Pasamos al Clavicordio, instrumento que vibraba accionando un pequeño clavo o aguja metálica a través de teclas que percutían las cuerdas. Aquí ya se podían marcar diferencias de intensidad según la fuerza del ataque, lo cual permitía lograr dinámicas de sonoridades, aunque levemente.
Al Clavicordio le seguirá el Clave. Este se hará percutir utilizando un plectro o la punta de las plumas de las aves. Estos dos últimos serán los antecesores inmediatos del primer modelo de piano, sin pedales, y muchas veces sin base alguna, por lo cual era usual ubicarlos sobre una mesa. El clave era usual que sólo tuviera de cuatro octavas y, a pesar de hacerlo percutir a través de las teclas, resultaba difícil regular la intensidad del sonido.
Sabemos que Bartolomeo Cristofori es quien fabrica el pianoforte con 54 teclas, y progresivamente se irán añadiendo según los requerimientos expresivos en interpretativos de los pianistas y compositores.
Este breve recuento nos acerca y nos ubica más claramente en la línea generacional de nuestro instrumento actual: el piano, y nos enseña no sólo la constante evolución y atemporalidad de su existencia sino la necesidad de expresarnos y depurar nuestras habilidades. Nuestro fiel acompañante…
Sigamos entonces este maravilloso viaje por nuestra historia…