En nuestra infancia, a muchos de nosotros no nos incentivaron el hábito de escribir, de llevar un diario, de llevar una secuencia por escrito de nuestro día a día, de nuestras actividades, oficios, aprendizajes, hábitos. Más bien, esto se veía como fuera de orden en la educación convencional que muchos recibimos.
Y aquí viene la gran pregunta: “¿ Cuántos de nosotros rompimos esta y varias o muchas reglas que creíamos inquebrantables?” Por supuesto que con la reprimenda correspondiente…
Para quienes quebramos “las leyes” y decidimos lanzarnos al no sabemos para dónde ni por qué ni con quién, y sin importar absolutamente nada, este hábito de escribir se nos ha hecho imprescindible y muy esclarecedor en muchos momentos y caminos y decisiones que hemos tomado a lo largo de este viaje.
Este escribir se ha convertido a través del tiempo en un hábito que pasó a otros, alumnos, amigos, y quienes han continuado con este maravilloso hábito han podido registrar por escrito y evaluar con precisión su crecimiento, la calidad de sus experiencias, proyectos personales y profesionales cumplidos, pendientes, descubrir habilidades ocultas, errores leves y fatales, limitaciones, retos logrados, planes semanales, anuales…
Ahora bien, escribir un plan y hacer un seguimiento de nuestro avance o retroceso o estancamiento de nuestros estudios, cualesquiera que estos sean, conforman un mapa que nos da muchísima claridad sobre dónde estamos hoy, dónde estábamos ayer, y dónde queremos estar mañana, quiénes queremos ser mañana…
Si durante, o al terminar nuestra rutina de estudios diarios, anotamos con detalle todo aquello que sucedió en ese tiempo que invertimos sentados en el piano, al cabo de una semana al menos, cuando hagamos el balance de esos 7 días, veremos con mucha claridad una curva en ascenso, lineal o descendente respecto a nuestro rendimiento.
Es una manera de sincerarnos con el tiempo que invertimos en cada cosa que nos ocupa en el día, con lo que logramos cuando estudiamos piano o cualquier otro instrumento, qué calidad despliego y qué cantidad de tiempo doy a esta actividad, qué me aporta, qué debo corregir, qué debo investigar para seguir creciendo, si realmente me hace feliz… o no…
Es como una bitácora de viaje en la que necesariamente iremos descartando todo aquello que está de más, todo aquello que nos sobra y que no nos pertenece.
Nos permitirá adquirir foco y concentración sobre nuestros planes de vida, proyecciones profesionales, y sobre todo lo que deseamos alcanzar. Quizás así lo lograremos en un menor tiempo pues al escribir un día a día veremos cuán rápido podemos transitar ese camino, y en caso de decidir enseñar a otros, nuestros escritos serán un valioso material de apoyo para nosotros… ¿Haces tus reportes por escrito?
Entonces, sigamos este viaje…