En nuestro camino como pianistas docentes, muchas veces debemos abordar esas situaciones en las que uno o varios estudiantes nos llegan con un material incompleto o fraccionado, con vacíos y fallas, y cuentan con habilidades maravillosas para el instrumento.
Estos casos son precisamente los que nos ponen a prueba y nos colocan en uno de los platillos de la balanza… se inclinará a nuestro favor si tenemos éxito en lanzar la flecha y dar en el blanco de cada problema, si logramos solucionar las necesidades de nuestros pupilos y desatamos esos nudos gordianos que traen y les pesa como un yunque.
“… Lanzar la flecha y dar en el blanco…” ¿De qué depende esto? ¿Dónde encontramos ese nudo y cómo lo desatamos? ¿Qué tipo de entrenamiento técnico es el apropiado para cada uno, y qué tipo de repertorio necesitan para liberarse de lo que traen y los aprisiona, para que puedan comenzar a volar? Asi mismo, es muy frecuente que todas estas trabas dejen huellas en sus territorios emocionales, por lo cual también aquí debemos estar preparados para navegar.
Siendo los niveles de iniciación los más importantes de todos los estudios pianísticos, pues allí se define todo el imaginario y las capacidades de un artesano de sonidos, al entrar en el nivel intermedio de los estudios damos por supuesto que muy buena parte de este material ya ha sido adquirido e internalizado…. pero nada es perfecto.
De tal manera que, cuando vamos a planificar un entrenamiento técnico para este nivel, es cuando debemos dar uso intenso a la empatía, a la observación, a fijar nuestra atención y traducir y escribir todos los puntos focales que tenemos que solucionar. Desde luego que este será un trabajo de filigrana y lento en el tiempo, pues ya sabemos que vamos a entrar en un “territorio comanche”, desconocido e impredecible, y por sobre todo vamos a proteger las manos y la psique de aquellos a quienes tenemos bajo nuestra responsabilidad.
Aquí examinamos escala por escala, arpegio por arpegio, cada estudio técnico, cada obra de JSBach, de Scarlatti, de Mozart o Beethoven, de Chopin… evaluamos esas obras que ciertamente podrán llenar vacíos y calibrar el mecanismo de articulación, en cada caso, tomamos la decisión de concentrar el trabajo sólo en la parte técnica y las “obras sueltas” necesarias para nivelar, o por otro lado, si es necesario entramos al mundo de la forma sonata para cerrar círculos que pudieran haber quedado inconclusos…
En este amplio espectro de alternativas debemos tomar decisiones certeras, habiendo hecho una previa y profunda revisión de todo el panorama, del contenido emocional y las destrezas motoras con las que contamos para asignar tal o cual obra o estudio… muy delicado pues aquí se nos va la vida.
Si la balanza se inclina en contrario, lo lamentaremos for ever, así que nosotros como docentes tenemos la obligación de aprender a “salir de nosotros e instalarnos en el otro”, para preparar a consciencia cada detalle del plan que nos va a llevar a solucionar adecuadamente todo lo que nuestros estudiantes necesitan para evolucionar y cumplir sus metas.
Seguimos este viaje de compromisos y aprendizajes…