Aquí hablaremos sobre Mr. Speedy González. ¿Lo conocemos bien?
Uno de los temas álgidos para nosotros los pianistas y músicos en general, es tocar a altas temperaturas, altas velocidades, en “presto”.
¿De qué depende esto? Obviamente se trata de la destreza y el entrenamiento técnico que hayamos adquirido en el mecanismo de articulación de nuestros dedos, pero esto va aún más allá.
Se piensa aún hoy en día que, para desarrollar la velocidad son imprescindibles los ejercicios para la independencia de los dedos (hay millones), así como los estiramientos de brazos, muñecas, dedos, además de otros tantos miles de ejercicios de suspensión y rebote de estos últimos.
Nada en contra, salvo cuando nos toca trabajar un par de brazos y manos que nos llegan con tendinitis, gomas y contracturas.
Desarrollar velocidad parte de esa orden que damos a los dedos desde nuestro cerebro, y sin interferencias tales como: “no lo voy a lograr”, “no tengo el talento o el nivel suficiente”, “mis dedos son muy cortos, largos, gruesos, delgados, pesados, grandes, pequeños”… los eternos “no”…
En primer lugar debemos tratar estos “no”, hasta empequeñecerlos lo suficiente como para que nos permitan trabajar en sana paz y en completa libertad y seguridad.
Una vez que completamos este primer “tratamiento” con el mayor éxito posible, emprendemos el siguiente, que dice así: “vísteme despacio que voy de prisa”. Sabias palabras que decían muchos de los grandes como el emperador romano Cayo Julio César Augusto, Carlos III, Fernando VII, Napoleón Bonaparte, a quienes les vestían y preparaban para todos sus eventos.
Así nosotros empleamos la misma frase cuando nos corresponde llevar nuestras obras al presto; comenzamos muy lentamente, y para quienes estudian con metrónomo, pues se va aumentando la velocidad por puntos de metrónomo, progresivamente, sí y sólo sí la base de la lectura está perfectamente adquirida en dedos y en memoria. Lo que implica que ésta es una sensación totalmente corporal, sí, pero también mental y emocional.
Y aquí vamos con todo. Nos vestimos muy despacio porque terminaremos con mucha prisa…
De esta forma todo nuestro equipo se va ensamblando poco a poco para adaptarse a estas altas temperaturas. Es como lanzarse desde una gran altura a consciencia y manteniendo el control absoluto de cada uno de nuestros movimientos. ¿Con un parapente, un paracaídas, un ícaro? Sip, es similar la sensación.
Comenzar la lectura de una obra implica saber que nos vestiremos muy despacio desde el principio, pues en caso contrario dejaremos pasar errores que luego tendremos que corregir y muchas veces, cuando se registran en la memoria, habrá que volver a empezar.