Hace muchos años decidí darle un vuelco radical a la enseñanza de mi instrumento, y entre otras muchas cosas, introduje a todos los programas de mis alumnos la palabra “Entrenamiento”.
Consiste en que cuando ya pasamos el nivel de principiantes, en el que ya hemos comenzado a abonar el terreno no sólo del entrenamiento sino del resto del conocimiento y destrezas que necesitamos para seguir adelante y llevar estos estudios pianísticos a buen puerto, continuamos esta parte del programa que corresponde al “calentamiento”, trabajando la conexión y acondicionamiento de nuestro cuerpo, peso, mente, memoria y foco; es decir, “entrenamos”, como si fuera para una competencia de natación… sip.
Digamos que un programa de entrenamiento inicia, en cualquier nivel, a partir de estudios para un arco cerrado y redondo de los dedos, pasando por comprender y asimilar que una colocación postural correcta y nuestra respiración “consciente”, cumplen un papel esencial para el resto de nuestras vidas como artesanos de sonidos que somos.
Es un preámbulo que hacemos todos los días para “conectarnos” con el trabajo que nos toca hacer con las obras que tenemos en nuestro programa de piano, sacarles el mayor provecho y en menor tiempo.
Así vamos avanzando más rápido y más satisfechos con el resultado. Hacemos un alto en el día, todos los días, para dedicarnos a trabajar y corregir aquello que necesitamos y que nos falta.
Primero, debemos estar muy conscientes de la capacidad de nuestras manos y cuerpo en este momento, es decir, qué destrezas necesito adquirir para que mis manos se nivelen al programa que estoy trabajando, y qué obras necesito ” tener en dedos” para que mi peso y mi capacidad de memoria, de sonoridades, tempi y foco estén operativos al 100%.
Me refiero a un material que abarca desde escalas (arco cerrado), arpegios (arco abierto), en una versión que yo llamo “comprimida” (forma homónima), hasta Bach y Chopin ( columnas vertebrales de nuestro oficio ), hasta fragmentos complicados de alguna obra que estemos trabajando.
Siempre se han tocado todas las escalas Mayores y menores y sus correspondientes arpegios como un calentamiento, así como Hanon, Czerny, Rossomandi o Burgmuller como estudios técnicos, según la escuela pianística que se siga, pero para el momento en el que estamos viviendo, reconozcamos que comenzar por esto se nos hace pesado y no nos da mucho placer, porque queremos llegar al resto de las obras sin pasar por esta etapa.
Sin embargo, en las escalas y los arpegios ya sabemos que hay un mensaje oculto; es como adentrarnos en un bosque en el que tendremos que transitar muchas veces, y con el tiempo descubriremos que nos prepara muy sutilmente para lo que nos espera, casi sin darnos cuenta.
Si decidimos organizar un programa de entrenamiento y lo seguimos en nuestro cotidiano, progresivamente iremos cubriendo y completando todo aquello que nos llevará a un nivel pianístico que, en definitivas cuentas, nos transformará en seres más despiertos… mejor preparados para la música, y para la vida.
Así pues, un entrenamiento bien pensado y adecuado para nosotros los pianistas, cumpliría la misma función que la de ir un gimnasio o hacer algún deporte… es igual, sólo que desarrollaremos “músculos abdominales” desde la cabeza hasta los pies… y más allá.
Sigamos pues este viaje…