Para hacer un plan de estudio, un horario de estudio diario, hay innumerables reglas y opiniones, todas ellas válidas (no tengo nada en contra).
Ahora bien, qué perseguimos con disciplinarnos de esta manera? Ser los mejores pianistas del mundo? Qué nos queda al final de cada día después de haber cumplido con este paquete de ejercicios? Somos inmensamente felices? Muchas preguntas, no?
Es necesario un entrenamiento, sí!, para cada nivel, sí!, pero lo más importante de todo esto es, en primer lugar, nuestro amor por la música y por nuestro instrumento.
En segundo lugar, adquirir un mayor nivel técnico e interpretativo de un repertorio nos va a hacer avanzar cada vez más, y entonces podremos abordar obras de gran envergadura.
Por último, cuando ya tengamos en dedos el programa de entrenamiento adecuado para nuestro nivel, me pregunto si lo trabajaríamos tal cual como si fuéramos a un gimnasio a hacer nuestra rutina de ejercicios… y después seguimos con el día a día, y así un día tras otro y otro y otro, como máquinas… podemos caer en ésto porque se convierte en una repetición continuada.
Las falsas creencias nacen de repeticiones constantes, y se convierten en verdades absolutas. Incuestionables. Atención acá!
De pronto aparecen las preguntas: por qué hago ésto y a dónde me lleva? He aquí que hay que marcar la diferencia.
Al final del camino lo vamos a agradecer y mucho.
Cambiemos entonces nuestra actitud al entrenar. Con este cambio de actitud viene el resto, entre ellos el de saber escoger sabiamente qué tipo de ejercicio y estudio nos conviene para el momento en el que estamos.
Dejemos para la Parte II de este artículo una aproximación hacia el “cómo” y el “por qué” este entrenamiento es necesario y muy beneficioso hasta para todos nuestros procesos de vida.
Sigamos en el viaje…