El mundo creativo, el arte, la música, la danza, esencialmente se caracterizan por abrirnos puertas que van a demandar el dar muchos pasos en zonas desconocidas, lo que significa que, para acceder a ellas, tendremos que salir de nuestras zonas habituales de confort.
Quienes nos adentramos en el estudio de la música y la danza, por ejemplo, poco a poco nos vemos en la necesidad de cambiar hábitos y rutinas diarias y convertir nuestro día a día en espacios en los que nos abocamos a trabajar en estas actividades que, vistas “desde afuera”, son extracurriculares (lo primero es el colegio y la universidad), lindas, bonitas y ocupan nuestro “tiempo libre” para que no inventemos algo loco o ajeno a lo que se espera de nosotros. (Hice muchas cosas locas y que no se esperaban de mí y aquí sigo).
Sin embargo… oh sorpresa para todos! hemos salido de nuestra zona conocida y hemos sentido el vasto mundo del sonido y el movimiento corporal!
Es aquí cuando comenzamos a explorar y quizás y sin darnos cuenta, a alejarnos poco a poco de lo esperable, a construir nuestro espacio interior…
Igualmente sucede cuando decidimos enseñar.
Enseñar los principios y rudimentos de nuestro instrumento y de sus materias complementarias, al igual que al decidir componer música… he aquí que accedemos al ilimitado twilight zone!
En este punto del camino se nos presenta una encrucijada: o tomamos por el de una enseñanza convencional y basada estrictamente en lo que hemos aprendido, sin cuestionar nada ni a nadie, o tomamos por aquel en el que decidimos ser irreverentes y cambiarlo todo (aquí seguramente tendremos que retroceder buscando ciertas bases del aprendizaje, que es necesario), o tomamos por el camino que se nos presenta frente a nuestros ojos, ese que une a los otros dos y nos permite realmente “salir de todas las zonas de confort”, y que nos va a demandar estudiar más de lo que jamás imaginamos, investigar y explorar otros campos para enriquecer el nuestro, y que no tendrá marcha hacia atrás.
Enseñar se convierte en una exploración permanente, en aprender a observar, a escuchar, a evaluar(nos), y a comunicar y solucionar.
Nos convierte en seres totalmente permeables, abiertos a enriquecer nuestro oficio con todo lo que nos rodea, a “hacer lecturas” permanentemente de las personas y eventos que se nos cruzan por la vida, a escuchar y estudiar música y más música, y es por esto que ya lo que conocíamos como habitual, dejó de serlo hace tiempo, y ya sabemos que mañana será infinitamente mejor que hoy, así que este viaje continúa…