Todos responderemos “obviamente” diciendo que vamos a progresar, vamos a lograr un nivel pianístico más avanzado cada vez… pero esto va mucho más allá de hacernos una rutina diaria de estudio, y de lograr un equis nivel avanzado.
Tiene una implicación que definitivamente nos beneficia en todo sentido.
Si la música nos tocó el alma en esta vida y si decidimos adentrarnos en su mundo, vemos que al correr del tiempo vamos necesitando una parte de nuestro día a día para dedicarle atención, para conectarnos con ella a través de sus requerimientos…
¿Qué nos pide el instrumento?¿Qué quiere de nosotros?
Nos hemos formulado estas preguntas algunas veces, y quizás lo dejamos pasar; nos sentamos frente al piano y pasamos por él, mas él no pasa siempre a través de nosotros dejándonos su huella.
En una parte del camino descubrimos que son sus reglas y no las nuestras; la música y cada instrumento imponen su estructura y su dinámica, y nosotros nos adaptamos, nos plegamos y terminamos acatando sus designios.
Al planificar un tiempo y un espacio (interior y físico) para estudiar, se nos está dando la oportunidad de acceder a un “paralelo” en donde, si lo hacemos a diario, vamos creando “dentro de nosotros” y sin darnos cuenta, ese mundo interior que poco a poco se irá alimentando no sólo de las obras que vamos trabajando y puliendo, al igual que todo el paquete de la técnica pianística, sino de todo un contexto que nos va pidiendo más y más información, es decir, no será suficiente lograr tocar un estudio de Chopin con un alto nivel de excelencia, sino que surge la necesidad de escudriñar en la historia, en la época y las condiciones y costumbres que existían y que, queramos o no, quedaron impresas en cada pentagrama que traemos hoy al piano.
Es como si este “aparte” de nuestro cotidiano nos pide ir más allá de lo que tenemos frente a nosotros, en el atril.
Parece descabellado pero no lo es; la música nos pide que estemos a su servicio y que abramos un compás de espera todos los días para dedicarnos a ella, para aprender y desarrollar destrezas que nos permitirán profundizar e ir cada vez más lejos.
Creo que al final del camino seremos otros… tengo esa certeza!
Entonces, ¿hacemos un aparte y experimentamos esto que el piano quiere de nosotros y nos aventuramos?
Conversemos y sigamos en este viaje…