“Todos deberíamos leer música”.
Este aprendizaje debería implementarse en todos los centros educativos.
¿Por qué?
Este ejercicio activa especialmente nuestro cerebro, y nos conduce a comprender desde una dimensión más dilatada.
Conscientes o no de esto, quienes aprenden a leer música también amplían, extienden, la capacidad natural de visualizar, imaginar, desarrollan mayor concentración, memoria, conexión con el cuerpo, con las emociones…
Estudiando los sonidos y las figuras que los representan, comprendemos y conectamos mejor con los espacios, con nuestra historia, y con otras disciplinas.
Adquirimos más resistencia física y mental, aunque parezca absurdo, pero es así, pues surge la necesidad de conectarnos con nuestro cuerpo físico para desarrollar el mecanismo de articulación, diferentes pesos, y para esto debemos trabajar nuestra respiración… vamos unificando nuestras destrezas.
Podemos mantener la concentración por tiempo más prolongado.
Si sumamos un movimiento corporal como la danza, aprendemos que tenemos mayores habilidades de las que imaginamos, y asimismo adoptamos una colocación postural correcta que nos permitirá adquirir mayor resistencia.
Ahora bien, el primer paso consiste en estudiar la ubicación de las figuras de las notas en claves de sol y fa, seguido de comprender lo que es el valor de cada una de esas figuras y las nociones de los espacios donde se ubican los sonidos.
Adquirir estos conocimientos y sus complementos, no nos tomará más de 2 meses, pues se trata de un lenguaje pictórico y simbólico que asimilaremos a corto plazo.
Al adquirir estos conocimientos en este breve plazo, las posibilidades se extenderán a muchas otras disciplinas, pues comprenderemos que el amplio espectro está a nuestra entera disposición en todo momento.
Pues sigamos este viaje…