Comencemos por las escalas.
Es el primer paso para comprender cómo nuestros dedos se van a acoplar al teclado con continuidad, fluidez, peso y velocidad. Una vez que hayamos aprendido la digitación tanto de cada una de ellas como de todos los arpegios en estado fundamental y sus inversiones, tendremos una pequeña base para ser relativamente autónomos a la hora de colocar y cambiar dedos. Esta autonomía será relativa al iniciar nuestros estudios, pues necesitaremos complementos para adquirir una información más completa.
Estos complementos son, entre otros, los estudios de Hanon, Czerny, Cramer, Pischna, Bach. Estos grandes virtuosos y compositores marcaron un nuevo camino en lo que hoy conocemos como técnica pianística, en la que incluimos esta parte clave que es el arte de digitar.
Hoy en día, todas las editoriales nos presentan una serie de digitaciones para cada pasaje o sección de las obras de todos los compositores que conocemos y estudiamos en cada instrumento; sin embargo, estas indicaciones no son únicas e irreversibles para nuestros dedos.
De esta manera y habiendo recorrido los estudios mencionados, u otros del mismo nivel, podemos modificar a conveniencia estas digitaciones, con el fin de que logremos que el movimiento de nuestras manos y dedos se produzcan lo más confortable posible, y al mismo tiempo evitemos esfuerzos que podrían generar lesiones innecesarias a corto y mediano plazo.
No podemos ser rígidos en conservar una digitación marcada, pues el propósito es desarrollar nuestras destrezas y habilidades aprovechando lo que está escrito.
Muchos estudios fueron escritos para preparar y adiestrar los dedos, y perfeccionar y pulir ciertas digitaciones cuyas bases provienen de las escalas que trabajamos hoy en día; gracias a Bach, por ejemplo, quien incluyó el uso de los pulgares para desplazar y recorrer todo el teclado sin necesidad de rebotar un dedo sobre otro, como se hacía antes de él.
Cuando logramos un nivel intermedio en nuestros estudios, es esperable que podamos adaptar la digitación del repertorio de una manera tal que logremos una ejecución impecable y segura, si para ese entonces hemos aprendido y adquirido las bases que nos ofrecen estos compositores.
En cuanto a la dinámica de una obra, por ejemplo, debemos tener claro el peso de cada dedo según su estructura y la posición que ocupa en las manos; pulgar, índice y dedo medio son los que mayor peso tienen naturalmente, en tanto que el peso del resto de los dedos es más liviano.Usaremos entonces unos y otros, o la combinación calibrada de todos ellos, para lograr sonoridades y articulación acordes con nuestras habilidades.
Aquí es donde juega un papel fundamental el estudio continuado de las escalas y los arpegios.JSBach decía: “… Es preciso poner el dedo conveniente sobre la tecla exacta, en el momento preciso…”, y para esto debemos conocer el alcance de nuestras manos y dedos, así como la digitación que nos permitirá alcanzar una técnica de ejecución e interpretación efectiva, limpia.
Continuemos pues este viaje de descubrimiento y entrenamiento…