Mientras estudiamos piano, muchas veces nuestra mente viaja a otros lugares y la concentración nos juega una pasada; en ese momento nos damos cuenta de que estamos tocando mecánicamente, sin pensar en lo que estamos haciendo, y es allí donde se cuela uno que otro pensamiento de esos que deseamos encerrar bajo llave… pero se escabullen para atormentarnos… o para comprenderlos, revisarlos y disolverlos?
¿Qué hacemos cuando esto sucede? ¿Nos levantamos y… a hacer otra cosa que nos proporcione “cobijo y consuelo”, por decirlo de alguna manera, o lo trabajamos y solucionamos?
En realidad, es totalmente común que esos pensamientos nos asalten de tanto en tanto… a todos… (Superman y Wonder woman están en las pelis, no aquí en nuestro territorio).
Ahora bien, si permitimos que se apoderen de nuestra mente pues habremos fracasado no sólo en nuestro plan de ser pianistas, sino en todo lo demás, y el tiempo perdido en dejar que esos pensamientos se alimenten y crezcan, y se alojen en nuestra alma y nuestra vida, será irrecuperable…
Si dejamos que esto suceda, cuando veamos claro nuestro plan de vida, con todas las actividades y aprendizajes que quisimos adquirir, no sucedieron en la oportunidad que destinamos para ello.
Aquí enumeramos minutos álgidos, difíciles, en los que muy probablemente se cuelan estas alimañas, y en los que debemos llenarnos de esa energía poderosa del “hacer sin pensar siquiera 1 vez”; hacerlo y ya, enfocarnos y sin dar una sola vuelta!
Consideremos que en cada uno de estos momentos nos establecemos esta regla del “hacer”, que abarca desde sentarnos en el piano hasta ejecutar alguna otra actividad que desarrollamos en nuestro día a día… las alimañas no respetan ni el día ni la hora, y debemos estar muy atentos mas no aprehensivos, tan sólo alerta:
Al despertar en las mañanas, y dice así: “… mejor me quedo un ratito más y después lo hago…”
Justo antes de comenzar a estudiar piano; “… ahora no me voy a meter con Bach porque ayer no me salió y hoy probablemente tampoco; lo voy a dejar descansar; mejor mañana o el fin de semana…”
Antes de las 12 del mediodía; “… ya casi es la hora del almuerzo. ¿Para qué me voy a sentar en el piano si igual en un ratito me voy a tener que levantar para comer? Mejor después…”
Después de cada comida; “… ahora tengo que reposar porque acabando de comer no me voy a poder concentrar en mi repertorio, ni voy a rendir en el poquito tiempo que tengo para estudiar…”
Justo durante nuestro estudio en el piano; “… cuando algún compositor que estamos trabajando “nos odia”, es decir, ni habiendo estudiado cuarenta veces ese compás o esa sección, nos sale bien (aquí la alimaña surge desde las profundidades de nuestra mente y nos dice: …”no puedes”…)…”
Y aquí viene la parte positiva de todo esto. “… no todos los días son iguales, no todos los días somos los mismos, y es por eso que, salga o no salga mi Bach, mi Mozart y mis escalas, el tiempo que invierto estudiando piano es un paso más hacia adelante, un escalón y un avance más, es un tiempo para disfrutar la música, para llenarnos de alegría y orgullo porque somos artesanos de sonidos, así que paso por encima de todo esto y sigo…”
Una vez saldrá perfecto, dos no, pero todos los oficios se hacen y se construyen bajo ensayo y error.
Este “hacer sin pensarlo siquiera 1 vez” funciona como un propulsor, en el que no hay cabida para titubear, y con toda seguridad veremos que durante nuestro estudio y después, nuestros pensamientos autodestructivos no tendrán cabida en nuestra mente pues cuando nos lanzamos a estudiar sin dar vueltas, esa energía, pase lo que pase, se queda con nosotros y nos impulsa a corregir lo que hay que corregir, a memorizar lo que hay que memorizar, a leer esa partitura que “nos odia”… pero nosotros la amamos y así es como la vamos a tocar… con amor y pasando por encima de todo lo que no nos deje lograrlo.
Regla final: “… Paso por encima de todo y sigo, como si estuviera participando en una carrera de obstáculos, hasta lograrlo pase lo que pase…”
El tiempo y el espacio nos pertenece, los sonidos también, así que sigamos este maravilloso viaje…