Actualmente mantenemos la creencia de que “mientras más temprano, mejor”.
Si bien es cierto que, si el primer contacto con la música sucede periódicamente durante el tiempo de gestación, ya sabemos cómo, a partir de ahí el niño ya estableció su contacto natural con estos sonidos, y así le será familiar la aproximación a un instrumento en su infancia.
Sin embargo, la gran “batalla” que aún hoy se libra es sobre la edad en que se debe comenzar a estudiar, sobre todo el piano.
Siempre recomendamos que a los niños se les debe respetar un tiempo para conectarse con sus padres y su hogar, para jugar, para desarrollar sus habilidades innatas y nuevas para visualizar e imaginar durante sus juegos, para percibir la diversidad de sonidos, colores y formas que los rodean, así como reconocerse físicamente; si se les acostumbra a escuchar música clásica desde muy pequeños es maravilloso, pues les abre en muy corto plazo todo un amplio espectro de posibilidades y habilidades espaciales y emocionales, entre otras muchas.
Generalmente cuando se llega a la edad de 7 u 8 años, ya se tienen las destrezas de las primeras lecturas y escrituras, y para este momento se tiene una información suficiente como para poder abordar el aprendizaje de las figuras de las notas sobre los pentagramas, las claves, el valor de cada figura, sus silencios, porque todos estos son representaciones pictóricas que si bien no les son familiares, son bastante similares a aquellas que han manejado desde que comienzan a tomar un creyón y una superficie sobre la cual “jugar y dar rienda suelta a la imaginación”.
¿Iniciar la aproximación a la música desde muy temprana edad, a través de juegos, colores e instrumentos menores? Hay muchas escuelas que lo hacen. Totalmente válido.
Sin embargo, ahora estamos experimentando cambios distintos y acelerados desde todo punto de vista, y para los niños, ese primer tiempo de reconocer-se y reconocer el entorno, las imágenes, sonidos, recursos, primeras destrezas y toma de decisiones (¿qué me gusta más?¿bailar, cantar, pintar…?), son adquisiciones que irán tomando forma y peso en sus primeros pasos, y serán signos que después se convertirán en trascendentales, quizás por el resto de sus vidas.
¿Por qué no dejarles ese primer espacio, ese libre primer contacto, para que exploren y encuentren eso que vinieron a hacer y a desarrollar? Se trata de darles un espacio para que “aprendan a respirar y a sentir qué quieren hacer y qué les hace felices”. El estudio de un instrumento es para toda la vida, y a lo largo de ella comprendemos que también necesitamos esas primeras imágenes, visiones, sensaciones y recuerdos que guardamos en nuestro archivo desde nuestros primeros pasos.
Cuando decidimos entregarnos a la composición, a la producción musical, a la docencia, !qué falta nos hace todo ese bagaje para crear música!, y queramos o no, necesitamos mirar hacia atrás para hurgar el camino recorrido.
¿7 u 8 años? Vamos bien por ahí. ¿Comenzar siendo adultos? ¡También!