Siempre se nos recomienda que todos los días apartemos un tiempo en el que tengamos calma y silencio para sentarnos a estudiar piano… pero no todos los tiempos son iguales, sobre todo estos por los que estamos transitando.
Si dentro de nuestro repertorio tenemos obras densas, extensas, complicadas a nivel de lectura, a nivel técnico o interpretativo, y nuestro tiempo para terminarlas es finito, probablemente vemos más difícil y lejano el resultado final.
Sin embargo, podemos concebir todo esto de otra manera.
Si lo vemos desde el “amplio espectro”, todo lo que es difícil, todo lo que nos pone limitaciones y trabas, es precisamente lo que nos está ofreciendo la mejor oportunidad para avanzar y marcar nuestros progresos diarios con nuestro instrumento y con todo lo demás, y podemos transformar esa visión gris en una de búsqueda de soluciones y en modificar y mejorar la calidad de nuestro aprendizaje, en reflexionar sobre qué es lo que consideramos difícil y casi imposible de tocar; ¿y si cambiamos la palabra “difícil” por “no es fácil pero es posible”?
Ahora bien, en cuanto al momento del día que vamos a apartar para estudiar piano: ¡no existe!
No es verdad que hay una hora determinada que será mágica y que producirá milagros!
Lo que sí existe y no lo sabemos, es que en el momento en el que nos sentamos a trabajar con nuestras partituras o composiciones, no estaremos concentrados, no estaremos en disposición para aprovechar ese tiempo, porque venimos de actividades, preocupaciones, o miles de pensamientos que se nos cruzan y nos superan.
Seamos sinceros… no existe la hora perfecta!
El tiempo es como un tren que avanza sin detenerse.
Y nosotros lo vemos pasar una y otra y otra vez, esperando que se detenga para abordarlo. Lo que nos está queriendo mostrar es que cada uno de nosotros debemos correr y “lanzarnos dentro de cualquier vagón”, pues el tren del tiempo no va a esperar por nosotros; nos toca saltar a ese vagón. Todos los días y todas las horas son una gran oportunidad.
¿Quién de ustedes vio la película “Divergente”?
A eso me refiero…
Quiere decir que, venga como venga nuestro día a día (los más complicados y densos son los mejores), nos sentamos en el piano a trabajar, y eso sí, con un buen plan, organizado y por etapas, escribiendo cada logro por pequeño que sea y orquestando un proyecto personal muy claro.
Todavía somos muy visuales y necesitamos ver por escrito nuestro avance: queremos ver las cosas claras.
Así pues, saltemos en ese vagón y continuemos este gran viaje!