Otro tema delicado.
¿Es descabellado o tonto pensar que podemos cambiar a medida que vamos transitando por nuestro paso a paso en el piano?
¿Y esto, tiene alguna importancia?
Siempre hemos escuchado que, o pasamos por la vida o ésta nos pasa de largo.
En el caso en que nos pase por encima o de lado, como cuando no hayamos cerrado capítulos, logros personales, profesionales, cuando no hayamos podido terminar nuestros estudios más anhelados, también se opera un cambio en nosotros; perdemos luz y vitalidad?, ganas?, y nos conformamos con lo que tenemos o damos un giro al volante y buscamos otro camino…
Quienes tomamos la decisión de lanzarnos a este mundo ilimitado de la música, del piano, al principio tenemos clara una cosa: nos gusta y queremos aprender, pero lo que no sabemos es lo que nos espera detrás de esa puerta.
No solamente se trata de estudiar unas escalas, una parte técnica y un kuhlau o un Clementi; lo que comienza a suceder sin darnos cuenta es que en este viaje vamos desechando poco a poco todo aquello que nos pesa, porque la música tiene esa particularidad: nos transporta, nos hace sincerarnos con nosotros mismos para que aceptemos que es, por decirlo de alguna manera, un todo o nada; o la música te toma por completo o te pasa de largo…
La música que se ha escrito y se escribe para nuestro instrumento, nos lleva a conocer épocas y seres que se sumergieron en este vasto mundo y se convirtieron en titanes, como JSBach, Mozart y Beethoven.
Estos grandes comenzaron de una manera, y terminaron siendo nuestros maestros, precursores, innovadores y ejemplo permanente de lo que la música hace de nosotros:
seres particularmente permeables y moldeables a los sonidos que vamos descubriendo mientras estudiamos, seres conscientes de nuestra imperfección mientras descubrimos que dentro de cada uno de nosotros crece la voluntad de seguir y seguir explorando, y quitándonos poco a poco el peso de ese miedo a cometer errores mientras tocamos, el peso del no puedo, el peso del no sé…
Cuando comenzamos a estudiar piano, muchos de nosotros experimentamos una gran incertidumbre o una gran emoción; pero sentimos total apego a lo que conocemos, y lo que nos rodea o el qué se piensa o se espera de nosotros tiene un gran peso, como un yunque sobre nuestras cabezas, hasta que un día (les ha pasado?), estudiando a uno de estos titanes, de repente todo cambió! (¿a que sí?), y ahí comenzamos a necesitar un espacio y un tiempo propios para sentarnos frente al piano y… ver qué otra cosa maravillosa o terrible pasa con nosotros, que nos va a dejar esa huella de un cambio imperceptible y continuado.
Mientras estudiamos una obra en la que no nos queda más remedio que entregarnos por completo porque si no será imposible tocarla, hemos sentido que estamos infinitamente solos y nos tenemos a nosotros mismos para resolver esos acertijos que tenemos en el atril, en esa partitura endemoniada que tenemos que tocar en un examen, en un concierto, en una clase colectiva… o simplemente para tenerla en dedos…
Este es un gran cambio, como muchos otros que experimentamos estudiando piano, pues después de “ese día” no seremos los mismos; y cuando logramos terminar nuestros estudios, hay algo que nos dice que, si bien es cierto que nos lanzamos una vez y ya completamos la meta, para ese momento caeremos en cuenta de que somos otros…
¿Más intuitivos, observadores, conscientes, dadores?
Conversemos y sigamos este viaje…