Las Escalas… algunos las llamamos “las criaturas infernales que viven en lo más profundo del bosque”… pero, queramos o no, son el soporte sobre el cual se construye toda la música en cada una de sus épocas y tendencias.
Cuando comenzamos a dar nuestros primeros pasos en el piano, y en cualquier otro instrumento, conocemos a estas criaturas en un primer intento, y en la medida en que vamos avanzando, cada vez que estudiamos una obra, ellas van apareciendo en todas sus formas y variantes.
Las estudiamos en su modo Mayor y menor, en movimiento recto o paralelo, en movimiento contrario y mixto, en intervalos de terceras, sextas y décimas, en cromatismo, por forma homónima y enharmónica, y sin ellas la música no existiría tal y como ha evolucionado y como la conocemos hoy en día.
¿Obviarlas?
No podemos; la música, los sonidos, se sostienen sobre ellas, y trabajándolas día a día, así en esa medida vamos integrando en nosotros su estructura y adquiriendo las habilidades necesarias en dedos, hasta lograr hacerlas “nuestras”.
Las escalas y todos sus derivados nos permiten comprender con más claridad la armonía, la composición, el equilibrio y la diversidad que producen en todas las tendencias y períodos de la música.
¿Por qué debemos estudiarlas?
Porque a partir de ellas vamos desarrollando muchas de las destrezas que necesitamos para trabajar con fluidez en nuestro instrumento, y además, son una poderosa herramienta para poder acceder al cómo se escribieron las obras que estudiamos, y abordar el grado de dificultad de nuestro repertorio.
Hagamos un experimento: mantenemos nuestros ojos cerrados, y muy lentamente las tocamos; no importa en qué forma, pero sí es esencial tocarlas en su modo Mayor y menor armónico y melódico al menos, y juntas, como un equipo: cada escala Mayor seguida de sus modos menores… todos los días… y llevemos un registro sobre lo que pasa cada vez que las trabajamos. Con seguridad notaremos muchos cambios en todo sentido.
La primera vez que hice esto fue un completo desastre! Descubrí que las hacía en todas sus formas y mecánicamente, pensando en miles de cosas mientras mis dedos se movían como robots. Así que tuve que reconsiderar y volver desde cero, y cerrar los ojos y volver a intentar una y otra vez, hasta que ellas permitieron mostrarse fluidamente entre los dedos y haciéndose entender.
Por eso son criaturas infernales… las maestras de los sonidos que conocemos y los que aparecerán en el futuro…
Cuando nosotros nos hayamos ido, ellas siempre estarán llenando los espacios y durante el tiempo en que la música exista.
Así que, ¿cerramos los ojos y las tocamos a ver cómo es nuestra relación con ellas?
Experimentemos y sigamos este loco viaje…